Una colonia, en biología, es un término utilizado ampliamente como grupo de seres vivos organizados bajo bases cooperativas.
En el caso de los insectos sociales como las abejas, hormigas, termitas o avispas, donde existen castas con especialización de trabajos, colonia significa la existencia de todas las castas en un determinado hábitat, que puede ser un hormiguero, un hueco de árbol, un termitero, una colmena rústica (hueco de un árbol), o una colmena racional como las que actualmente utiliza el apicultor.
En el caso de las abejas melíferas cuando el apicultor las traslada a sus cajones hablamos de colmena. La colmena es la suma del material vivo (abejas), más los cajones donde se confinan las mismas; en la naturaleza, la colonia ocupa un hueco de un árbol, grietas o cavernas en roca, o elementos que el hombre construyó (recipientes, construcciones, etc).
Composición genética de la colonia: Debido a las características del apareamiento natural una colonia de abejas es una súper familia (con una madre común la reina) formada por varias subfamilias (que tienen el padre en común: cada uno de los zánganos que se aparean con la reina). De esta manera, en un mismo momento, hay dentro de la colonia individuos (obreras) con diferente grado de parentesco.
Una colonia es un conjunto de abejas que interactúan intercambiando alimentos y otras sustancias necesarias para su vida, y llevando a cabo diferentes actividades (defensa de la colonia, alimentación de la cría, búsqueda de alimentos, etc.). Las tareas se distribuyen entre las diferentes etapas que pasan las abejas. Generalmente lo que interesa al productor es el resultado de estas abejas, medido en producción de miel. Por ello muchas características de interés se expresan solo en las obreras (por ejemplo, producción de miel) y no en las reinas. Por esto la colonia debe ser tratada como una unidad genética. Hay quienes consideran que una abeja superior es aquella buena productora de miel. Otros preferirán líneas de abejas que polinicen determinada especie o abejas resistentes a alguna enfermedad, o tal vez, abejas muy mansas.
Las colonias de abejas pueden llegar a contener hasta 80.000 individuos, y está constituida por tres castas: las obreras, los zánganos y la abeja reina. Las abejas que se ven comúnmente son las obreras, que también constituye la parte más numerosa de la colonia. El grupo de colmenas dispuesto en el terreno por un apicultor se denomina apiario.
Las abejas forman sus colonias de modo muy diferente a como hacen otros insectos sociales, como los abejorros o las hormigas. Para constituir un nuevo grupo, la abeja reina de más edad abandona la colmena, llevándose consigo a un crecido número de obreras y dejando a la reina más joven a cargo de lo que queda de la colonia original. Este proceso se denomina naturalmente enjambrazón y al grupo de abejas con su nueva reina se lo llama enjambre. No hay que confundir un enjambre con una colmena que encontramos en el interior de cualquier recipiente, la cual denominaremos colmena rústica.
Las abejas obreras superan siempre en número, con gran diferencia, a los zánganos. En primavera, en una colonia de la zona templada del mundo, el número de obreras varía entre 8.000 y 15.000, y a comienzos del verano, puede llegar a ser superior a 80.000.
Aunque carecen de la capacidad de aparearse y reproducirse realizan la mayor cantidad de acciones dentro y fuera de la colmena; recolectan el polen y néctar de las flores, construyen los panales, ventilan y asean la colmena, atienden y alimentan a la reina y las larvas, recolectan agua y propóleo, defienden la colmena, etc.
Las obreras cumplen un papel muy importante, ya que se encargan de alimentar a la reina y a las larvas o abejas en desarrollo, son el grupo más numeroso, construyen los panales con cera que ellas mismas fabrican. Recorren un radio de hasta tres kilómetros posándose en distintas flores; buscan el néctar –un líquido dulce que producen las flores– con el que elaboran la miel, recolectan el polen, y también se encargan del cuidado y aseo de la colmena. Las obreras, además, recogen de la naturaleza una sustancia pegajosa y muy resistente llamada propóleo, que usarán como pegamento y para cerrar grietas en la construcción de la colmena.
El interior se encuentra dividido en panales con numerosas celdas. Están construidos con cera que producen las abejas obreras. En algunas de estas celdas, las obreras almacenan el polen y en otras la miel. Pero, hay otras celdas que son cuidadas por obreras que no salen al campo sino que realizan sus tareas dentro de la colmena. En el interior de estas celdas, se encuentran los huevos que un día se transformarán en abejas y zánganos. Las obreras protegen los huevos y los alimentan con polen, miel y jalea real, una secreción que producen sus glándulas.
Las obreras son de tamaño menor que la reina y los zánganos y cumplen diferentes funciones según su edad. Cuando nacen limpian su cuerpo y mientras tanto, son alimentadas por las llamadas abejas nodrizas. Más adelante se alimentan solas tomando sorbos de miel de las celdas sin opercular e inician las primeras tareas que consisten en pulir las celdas. Luego, y hasta que tienen 15 días de vida, se ocupan de alimentar a las larvas y a la reina (nodrizas). Almacenan el polen, la miel y el propóleo, ayudando a las abejas mayores. También higienizan la colmena, reparan los panales rotos y construyen nuevos, (ya que poseen glándulas productoras de cera). Además en los días calurosos del verano se encargan de ventilar la colmena. Es asombroso verlas en la entrada de la colmena agitando sus alas a modo de ventilador para reducir la temperatura interior.
Más adelante se posan en la entrada haciendo de guardianas, cuidando que no vaya a entrar alguna abeja de otra colmena a la cual matan, (salvo que venga cargada con miel o polen, en ese caso hacen la vista gorda y la dejan pasar). Ya adultas realizan los primeros vuelos alrededor de la colmena y a los 20, 21 días de vida salen en busca de polen: su primera tarea fuera de la colmena. Mas adelante comienzan a recolectar néctar, propóleo y agua. Son las llamadas pecoreadoras o recolectoras. De la intensidad de su trabajo depende cuánto vive una obrera. En época de gran trabajo en la colmena vive entre 3 y 6 semanas. En verano hasta 2 meses y en invierno pueden vivir de 5 a 7 meses. La obrera es una hembra imperfecta, ya que carece de órganos reproductores, solamente tienen un rudimento de ovario, pero hay ocasiones especiales en que pueden poner huevos, principalmente cuando se han quedado sin reina. Pone huevos sin ningún orden, por lo tanto es fácil identificar éste tipo de anomalía y es imprescindible que el apicultor coloque una reina si se quiere salvar la colmena.
Las obreras tienen una especie de canastitas a los lados de las patas traseras donde depositan el polen extraído de las flores. El néctar lo transportan en el estómago, y poseen un aguijón que emplean para defensa. En caso de picadura se recomienda extraer el aguijón y colocar una gota de agua oxigenada o de amoníaco. Las picaduras atraen a las demás abejas por el olor del veneno, por lo que hay que tomar las debidas precauciones. Otro dato interesante es como manifiesta la abeja pecoreadora a sus compañeras de colmena que ha encontrado un fuente de néctar. Las abejas poseen entre ellas un lenguaje codificado muy preciso, el del baile. Estos movimientos que realiza la abeja pueden ser en círculos si la fuente de abastecimiento de encuentra cerca (menos de 25 metros). Para lugares mas lejanos el baile es bullicioso y en forma de 8. Con éstos movimientos y emitiendo sonidos diferentes, indica con precisión la ubicación del botín, su dirección respecto del sol y la distancia la expresa según el número y la velocidad de las vueltas que realiza sobre sí misma.
Desde su nacimiento la obrera cumple una serie de funciones de acuerdo a los cambios que se van produciendo en su organismo y de las necesidades de la colmena. Hasta el tercer día de edad, se encarga de limpiar las celdas de los panales para que la reina vuelva a poner huevos. También en esta etapa colaboran en calentar la cría. Desde el tercero hasta el duodécimo día, las glándulas hipoofaringeas producen jalea real, convirtiéndose, las obreras en nodrizas, encargadas de alimentar las crías de diferentes edades y ala reina. Desde el día 13, cuando se produce la atrofia de la glándulas retrofaringeas y hasta el día 20 de vida, se les desarrollan las glándulas cereras, dedicándose a construir y reparar panales. Luego estas glándulas se atrofian y nuevamente, las obreras, se dedican a la limpieza general de la colmena. Además recepcionan parte del néctar que traen las pecoreadoras, lo distribuyen en las celdillas e inician el contacto con el exterior, realizando vuelos cortos de ascenso y descenso frente de la colmena. Para esto ocupa las horas de mayor luminosidad.
A partir del día 24 de edad la obrera se dedica exclusivamente a tareas fuera de la colmena. Para recolectar el néctar utiliza el buche mielario, pudiendo transportar en cada oportunidad aproximadamente 0.5 mgrs. de miel. Cuando la obrera descubre una fuente de néctar o polen, al volver a la colmena, realiza sobre los panales una serie de movimientos llamados “danza de las abejas” que consiste en hacer círculos, medios círculos o movimientos en forma de ocho, que repite insistentemente frente a las demás obreras. Estos bailes indican la dirección y distancia de la fuente de alimento con respecto a la colmena. Las abejas obreras son las abejas hembras inértiles. Una colmena tiene normalmente entre 30.000 (una alza) y 80.000 (cuando tiene varias alzas) individuos, de los cuales casi la totalidad son obreras. Las obreras son hembras más pequeñas que la reina y sus aparatos reproductores se encuentran atrofiados (no son funcionales), y sólo en algunos casos de orfandad, las obreras ponen huevos que no están fecundados, de los que saldrán zánganos de tamaño más pequeño que de los puestos por la reina.
